Que me digan cómo una se puede pasar doce horas seguidas en la facultad y no morir en el intento... Yo he sobrevivido. Bueno, y L también (siempre corremos la aventuras juntas).
Te levantas a las seis de la mañana, coges el metro a las siete y catorce tras pelearte por encontrar un hueco para "depositar" tu auto y olvidarte de él durante unas cuantas horas. Llegas a la facultad y... ¿desayunamos, no? El profesor llega tarde. Cinco minutos, diez, quince... finalmente una chica pega un cartel en la puerta del aula. Todos (conjuntamente) la miramos con cara de sorpresa/admiración/suplicio. ¿Qué pondrá en ese cartel? nos preguntamos todos. Pum! Para nuestra sorpresa, no es que el profesor no vaya a venir a clase, sino que llega tarde. ¿Y eso qué significa? Pues nada. A esperar como 'bueno alumnos' que se sientan encima de las mesas y debaten sobre sexo cibernético (sí, dije sexo cibernético. Es un buen tema para empezar la mañana, no?).
Una hora y media después aparece el profesor ('elidiremos' el por qué de su retraso). Esto son las nueve y media. A las once menos cuarto ya nos tira de clase. ¿Qué hacemos? A la cafetería, por supuesto. Allí pasamos la mayoría de las horas. Si realizasen una encuesta advertirían que el 90% del alumnado universitario pasa más horas en la cafetería de la facultad que en su propia casa o en clase. El resto del tiempo, por supuesto, lo dedican a dormir. Pero como un buen profesor del colegio dijo un día: "las encuestas no sirven para nada, no representan a nadie y se equivocan al 110%".
A partir de ahí mi día se ha desarrollado en la cafetería, particularmente en dos mesas. ¿Qué era lo que me movía a estar allí durante el resto del día, cuando tenía la posibilidad de irme a mi casa? No lo sé, es una de las cuestiones más trascendentales de la vida universitaria. Aquí podría compararlo con el amor. Si se pudiera explicar con palabras 'verbalizadas', no sería tal, se acabaría, ya no sería amor.
Una vez te das cuenta de que tienes que volver a la cruda realidad, todo se viene abajo. Todo se hunde, todo tiene prisa, todo sucede a la vez. ¿Por qué? porque la facultad nos sirve de cobijo ante las obligaciones que tenemos que desempeñar fuera de ella.
Es entonces cuando, dentro de la facultad, podríamos decir al mundo que... esto es vida.
Cómo voy a creer que el horizonte es la frontera, que el mar es nadie, que la noche es nada...
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1 comentario:
Mmmm... muchas gracias. Me ha gustaod mucho tu comentario.
Gracias... xD
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