Todo el mundo tiene, ha tenido o tendrá veinte años. Una edad preciosa con la cual puedes hacer millones cosas que antes no podías y que después, con el paso del tiempo, no podrás hacer. La más utópica de todas esas cosas es cambiar el mundo. Siendo veinteañero piensas que puedes mover el mundo como si empujaras un carrito de la compra. Te comes todo lo que te venga por delante. Muchas veces te dan igual las formas con las que se produzcan, sólo quieres que el mundo dé vueltas y, a ser posible, que las dé al revés. Necesitas imperiosamente que sea así. No es mi cumpleaños hoy ni voy a cumplir dentro de nada los 20, sino que los dos patitos los recibiré dentro de muchos meses, pero teniendo la cifra de unidades que tengas, lo importante es el deseo que lleve con él.
Estamos en la edad de tener ideas originales, de querer y de poder llevarlas a cabo, de aportar nuestro granito de arena para poder dar la vuelta al planeta. Sí, tengo ideas utópicas según algunos, pero me gustan. Me agrada saber que tengo la energía para querer modificar algo, por pequeño que sea, de este mundillo. La mayoría de nosotros, de estos jóvenes que estamos en la veintena, no sabemos lo duro del mercado laboral, vivimos con nuestros padres o con compañeros igual de veinteañeros y utópicos, nos da igual los movimientos de la prensa rosa pero sí los de la prensa política, preferimos una música no enlatada porque no llegamos a ver las estrellas de OT... somos esas personas que aún tienen una esperanza dentro de sí. De que las cosas no son como nos las pintan, de que toda la sociedad puede ser mucho más simple, de que nadie debe ser alienado por nada/nadie, de que ser voluntario y no cobrar por una actividad realizada tiene un sentido más allá del estrictamente económico... ¿porque debemos bajarnos del burro cuando se traspasa la puerta de la Universidad y nos adentramos en el mundo laboral/de la treintena? Las cosas no funcionan porque sí, sino que dependen del sentido que les demos cada uno. Y sí, ser utópico no es un lastre. Cómo voy a creer /dijo el fulano/ que el mundo se quedó sin utopías. Cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza. Cómo voy a creer /dijo el fulano/ que el universo es una ruina aunque lo sea o que la muerte es el silencio aunque lo sea. Cómo voy a creer que el horizonte es la frontera, que el mar es nadie, que la noche es nada...