viernes, 2 de marzo de 2007

el alma del mundo

El psicoanalista suizo, Carl Gustav Jung solía clasificar el progreso individual en cuatro etapas:
La primera era la Persona, máscara que usamos todos los días, fingiendo lo que somos. Creemos que el mundo depende de nosotros, que somos excelentes padres y que nuestros hijos no nos comprenden, que los jefes son injustos, q ue el sueño del ser humano es no trabajar nunca y pasarse la vida entera viajando. Mucha gente se da cuenta de que hay un error en esta historia, pero como no quieren cambiar nada, acaban por apartar rápidamente el asunto de sus cabezas. Unas pocas intentan entender cuál es el error, y acaban encontrando la Sombra.
La Sombra es nuestro lado negro, que nos dice cómo debemos reaccionar y comportarnos. Cuando intentamos librarnos de la Persona, encendemos una luz dentro de nosotros, y vemos las telas de araña, la cobardía, la mezquindad. Impide nuestro progreso, y generalmente lo consigue, volvemos a ser quienes éramos antes de dudar. Sin embargo, algunos sobreviven a este combate con sus telas de araña diciendo: "Sí, tengo una serie de defectos, pero soy digno y quiero seguir adelante".
Jung no está definiendo nada religioso; habla de un regreso a esa Alma del Mundo, fuente de conocimiento. [...] Las señales de vida son más importantes que la lógica. Y descubrimos que, si somos capaces de canalizar todo ese chorro de energía continua, lo organizaremos en un centro muy sólido, el Viejo Sabio para los hombres o la Gran Madre para las mujeres.
Y finalmente llegamos al símbolo del ombligo.
[...]
Mi hija me dijo que me estaba comportando de manera extraña, sólo pensaba en mí mismo, ¡sólo me miraba el ombligo!
Paulo Coelho (La Bruja de Portobello)

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