viernes, 10 de marzo de 2006

La vida es sueño

Entiendo ahora (esta noche) por qué me refugio en mi cama. Este elemento nada tiene que ver con ser aparentemente un elemento decorativo o, quizá, que concierne a nuestra salud; sino que es mi propia cabaña donde me refugio ante los peligros de la vida.
Estando enfadada o sin estarlo, siempre acabo acurrucada en un rinconcito de mi cama, con los brazos rodeando el almohadón, o en su defecto las piernas, cual pulpo intentando agarrarse a la vida marina.
Y es que no hay mejor lugar para las penas que la cama. Aprecio bastante cómo me siento cuando, atormentada de la vida (o a veces harta de la misma), intento olvidar tantas penas como sea posible en ella. Me sumerjo en las sábanas e intento introducirme en la historia del libro que me esté leyendo en ese momento, porque una cama sin libro que llevarse a la mente es como una hormiga sin comida que llevarse al hormiguero.
Por eso y por muchas cosas más, uno de los mayores placeres es taparse con la manta, apoyar la cabeza en la almohada, apagar las luces y escuchar de fondo un solo de piano. Es entonces cuando piensas que sí valen la pena perder 8 horas (de media) durmiendo cada día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yep! Tú si que sabes chica. Contundencia empírica hallo en tu sentencia.

mala persona

Soy una mala persona que se refugia en la música heavy para evadirse. Soy una mala persona que no sabe enfrentarse a sus problemas. Soy una...