viernes, 18 de agosto de 2006

Conversaciones con Billy Wilder

Me ha costado leerlo. Exactamente un par de meses desde que empecé a leérmelo, pero lo leía poquito a poco, sin perder ningún detalle. Era una pena acabarlo pero algún día tenía que hacerlo. Cameron Crowe transcribe y crea este libro a raíz de una larga entrevista que finalmente se convirtió casi en coloquio, donde el afamado director, guionista, creador y mi director preferido (junto a Woody Allen), Billy Wilder recuerda vivamente sus comienzos en la meca del cine.
Cuenta cómo empezó de negro, cómo paso después a firmar sus propios escritos, cómo se gana el pan con el trabajo de periodista sin haber cursado ningún título, sólo el de saber escribir. No tengo palabras para describir el libro, pero si aprecias el trabajo de Wilder y su persona, el libro te encantará. Cuenta toda clase de detalles sobre su vida, la influencia que tuvo Lubitsch sobre él, anécdotas de rodajes. Un libro intersante, acompañado por fotografías del director y de sus películas. Un libro donde el final debería ser la muerte de Wilder, pero no ocurre así.
Editado dos años antes del fallecimiento de Wilder, el libro mantiene siempre la jobialidad del director austriáco, al tiempo que nos enseña que, incluso con 90 y muchos años, Billy Wilder seguía siendo el magnífico artista que siempre fue, sin perder nunca el humor que lo caracterizó.
En fin, un libro precioso que deja frases míticas como la que contestó ante la petición de Cameron de cuál sería el mensaje que enviaría a la gente que leyera la entrevista, mucho después de que ellos estuvieran muertos: "Sí, es una pregunta difícil. Quizá tenga que enviarle un telegrama con la respuesta. (Risas). Yo no estoy plantado en un observatorio. Creo que vivimos un época muy importante e interesante. Creo que nos acostumbraremos a los nuevos inventos, pero que no van a ser tan interesantes como parece. Si centráramos nuestra atención en las Naciones Unidas y trabajásemos con la perspectiva de que no haya más guerras, no más guerras atómicas, no más gas venenoso..., eso sería mucho más importante que esa cosa [de Marte]. Pero estamos muy lejos de tener garantizada la paz en este mundo. Y uno no suele disponer más que de setenta años para hacer algo. Luego llega la siguiente generación. No sé. Tengo mucha curiosidad. Eso es lo que me mantiene vivo, la curiosidad."

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