
Por cierto, y hablando de canciones. He intentado bailar la canción de "Volare, uo uo... cantare, uo uo uo uo..." en Altea (fotografía derecha). Una coreografía interrumpida por el choque con una roca. ¿Cómo? Intentando salir del mar, en una playa de roca (roca, roca de las de verdad, con erizos y todo). Descalza, con mi hermano que me cogía de las manos, intentando impulsarme hacia delante. Dos veces me he dado: la primera al soltar la mano derecha de la roca que tenía agarrada por una ola maldita; la segunda al soltarme mi hermano la mano izquierda y, por consiguiente, ser arrastrada por una segunda ola. A tomar viento )y nunca mejor dicho).
Resultado: unos cortes que en conjunto formaban una bonita sonrisa en mi nalga izquierda al cual, al llegar a casa, he comprobado que se le había añadido un moratón. Risas de mi hermano de fondo y palabras italianas por otro lado de la novia de mi hermano. Y yo ahí, en medio de un mar con un oleaje desafiador, donde no se veía ni un pijo a pesar de las gafas de bucear y sin el calzado adecuado. Increíble estos dos días... porque el miércoles en Alicante también estuvo lleno de cortes, mar, playa de rocas y perro que se lanza al mar. Actualización 18/8/06 (16:24 h.): rectifico. A penas se ve ahora los cortes que me hice. Ahora todo el conjunto es una moradura de las moradas. Hacía años que no veía una moradura tan grande en mí. Tampoco es en la nalga. Más bien a mitad camino entre la nalga y el muslo. Es decir, una incomodidad para dormir.
1 comentario:
Jajajaja! pues nada a tener cuidado en donde nos sentamos, ya sabes siempre bien blandito ;)
Mira el lado bueno: ya tienes una historia más que contar cuando los moratones se vayan.
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