El curso académico empieza heavy. Sí, ya sé que estamos a miércoles pero el lunes y martes trabajé y no pude ir a clase y, además, tampoco es que hubiera mucha clase a la que acudir. En fin, que estoy deseando que acabe la semana, que me paguen en el trabajo y que les den por culo. Así, hablando en plata y finamente. Necesito ir quitándome preocupaciones de encima. El siguiente paso será el wireless del portátil, que no tira ni p'alante ni p'atrás. A veces me reconoce el dispositivo USB de la tarjeta, a veces no. A veces me sale la conexión, otras no. Y pongo a dios por testigo que el domingo si no se ha solucionado el tema tiro el ordenador por la ventana, pero es que detrás van la tarjeta wifi y el router de Telefónica. Todo en un mismo pack.
Qué semana más horrible. Sólo puedo decir eso. El domingo dormí una hora y media. El lunes por la noche ya dormí algo más, pero no me supo a gloria, sino a sueño. Después, se me complican los horarios. Todo se junta, algunas cosas se me solapan, otras no puedo ponerlas porque directamente ya no caben en mi horario. Y yo me ahogo en un vaso de agua, pensarán ustedes. Pues sí, posiblemente y probablemente, pero es mi pequeño vaso de agua y menos mal que sólo me ahogo y no naufragio con embarcación incluida, que si no ya sería la repera. [En estos momentos la configuración del wireless está casi a puntito de caramelo, pero me falla, joder, me vuelve a fallar.]
Así que ahora cuando llame a mi compañera de trabajo y le diga que no puedo cambiarle el turno del sábado por la mañana porque necesito tener la tarde libre porque viene mi hermano con la novia, que no los volveré a ver hasta que no vaya yo a Barcelona, que a mi madre le doy un disgusto si no como con ellos... después de decirle que no tuviera problemas, que fuera al cumpleaños de su amiga que yo le cambiaba el turno, que para eso no tenía planes un sábado por la noche... Me mata, me asesina, me degolla. Con la manía que me tiene (seguro). Pero ya hay demasiados quebraderos de cabeza como para ir contando esto (y más) a nadie.